jueves, 1 de septiembre de 2011

Los orígenes de Pangea

Empezar, no sé cuando empecé. Quizá cuando descubrí que a los cuatro no dormía sin un libro. Quizá con las primeras rimas de Gloria o de Antonio, no sé muy bien. Los orígenes siempre son confusos.
Lo claro está en la inspiración, en la envidia infinita de las palabras tan perfectas.
Un intento, dos, tres... perdí la cuenta. Se quedaron en libretas bajo la llave de mi cajón. Sin volver a dejarles ver la luz. Y fin, hasta ahora, hasta un rubio de ojos azules que me insinuó la malversión de no coger un boli.
Ya no las encierro bajo llave y aún se quedan en silencio.

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