viernes, 22 de abril de 2011

Corsarios, al abordaje.

El salitre pegado a mis pestañas, a cada mechón de mi pelo, a cada poro de mi piel.
Decidí hace horas que no me perdonaría el volver a irme después de meses sin haber probado un pequeño bocado de su salado ser.
Y no esperaba menos de él. Un abrazo frío, repentino, que me deja sin respiración.
Que me hace volver a los revolcones de la infancia y a los juguetes de papel. Y aquí estoy de nuevo, meciéndome en su ajetreado arrullo con la cara mirando al sol; pensando que por qué no se detiene el mundo en este segundo y me duermo con el sonido de su son.
Y así, en este mar de tempestades, fondeadero para muchos y refugio para otros, me quedo salada como el mar.

domingo, 17 de abril de 2011

Tripulantes, sensaciones navegantes en un mar de tempestades.

La marea que se agita y el viento no para de susurrarme al oído que no se va, que se queda aquí conmigo estos días que he venido. Insiste y a veces me cansa la inoportunidad de su palabra, pero es cierto que si se calla, lo echo de menos. Constante como si fuese vital o es que simplemente ya se ha convertido en ello, como las pulsaciones o el respirar.
Y es que... ¡viento de levante que agita mis mediodías! Este viento inesperado de sol que me alborotó la melena al despertar y que con el paso de las horas tornó su suavidad en levantisco temporal. ¿Qué sería de esta playa, de mi amanecer de siempre sin que las hojas de las palmeras se doblaran hacia la derecha hasta rozar sus puntas con el suelo?
De alma mediterránea, viajero de corta travesía e ininterrumpible voluntad. Despertando mis mañanas a golpe de espuma en la roca, de gaviotas posadas en el cielo, de densa y cortante humedad. Así me levanta, abrazada al mar.

domingo, 10 de abril de 2011

De oro con la humildad de un bronce.

Y me levanto hace más o menos 20 minutos, bueno levantarme es un decir... más bien abrir los ojos y estar 20 minutos intentando levantarme de la cama. Me duelen hasta las pestañas pero no puedo hacer otra cosa más que sonreír. Y es que las horas de melier durante toda la temporada, el físico de los miércoles, la horita de pateo antes del entreno de los jueves, los ejercicios de Pepe, todos los entrenamientos con Jan... ahora me parece que no son suficientes. No son suficientes porque no hay nada que me haga dejar de sonreír.
Y es que no me vale la Liga, no me valen ganar o perder partidos, no me valen los torneos que tenemos durante la temporada.  
Me quedo con mi sonrisa después de cada uno de los partidos difíciles, me quedo con mis moratones, me quedo con las canciones rugberas, me quedo con los abrazos, las miradas, el MAAA-LAAAA-GAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!! de antes de los partidos, me quedo con las charlas de la Capi y de la entrenadora, me quedo con el coaching de Mentxu, me quedo con los calentamientos eternos y las ganas de saltar al campo, me quedo con el momento antes de que pite el árbitro el inicio del partido, con la sensación de ME EXPLOTA EL PECHO, me quedo con las risas y las miradas cómplices de cada una de vosotras. Me quedo con este equipo que es de ORO con la humildad de un bronce.
GRACIAS a todas por no dejar de luchar.