lunes, 28 de marzo de 2011

Señalética táctil

Volviendo a desear mil cosas a la vez. Un retroceso en el tiempo como cuando te encaprichabas de un globo, de una piruleta, de un juguete de la máquina de bolas. Y es que las oportunidades aparecen al doblar la esquina cuando menos te lo esperas. Elijo el egoísmo del momento y atreverme con la mezcla de sabores, pero nunca se pierde de vista en mi consciencia que las vidas paralelas pueden atropellarse en mitad de un cruce y anunciar un accidente fatal. Pero es que ¿cómo parar el deseo de una roja piruleta sabiendo que me dejará dulces los labios? Quiero, quiero, quiero, quiero... me sueno extraña, nunca me distraje pidiendo cosas, sin embargo, ahora me divierten los mensajes que dejan los dedos sobre la piel, las miradas oscuras que una película deja entrever y el roce incontrolable de unos labios que piden más.
Me sumerjo en las sábanas de nuevo y espero que una señal de humo 2.0 me sorprenda esperadamente para terminar de encapricharme.Y es que no sólo pretendo potenciar los demás sentidos, el tacto se me insinúa insuficiente.

3 comentarios:

  1. Desconozco cuánto supimos, o cúanto quisimos saber. Pero -suspiro- no se trataba de conocer, ni mucho menos de jugar a conocer. En todo caso, y obviando la charla epistemológica, Laissez faire, laissez passer.

    PD: y cálla el cricri, es lo más sensato que se puede hacer (de vez en cuando)

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  2. A sabiendas de que siempre tuvo usted razón y de que nuestra charla bailaba sobre un trasfondo que es realmente lo que pienso, afirmaré que los franceses siempre vivieron mejor. Así que, me dispongo a disfrutar de mi piruleta sentada en la cama mientras veo pasar los líos y sonrío, Argentum.

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