lunes, 27 de diciembre de 2010

Hay que escuchar de todo

Llegar, salir y encontrarse. Simple, directo, habitual y, por supuesto, imprescindible. Comenzar una conversación, luego otra y hacer reír. Pero eso es exactamente lo que se pretende, recordar momentos precisos que de forma imprecisa tratan de guiñarte el ojo. Y nos miramos, nos volvemos a reír, abrazos, canciones y una adolescencia plagadita de momentos sin desperdicio alguno.
Y se alarga la noche, se alargan las sonrisas, la música y nos vamos yendo a dormir. Y vuelvo a otro sitio, sabiendo a lo que iba, sin embargo, me despisto, queriendo, pero eso no se sabe. Y se termina la noche, vuelven las despedidas, las sonrisas y los dos besos... y una cosa más, llámame para lo que sea.
Listo. Conseguido, asoma la lujuria. Maldito tiempo de espera, pero qué bien sienta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario